Texto: José Rafael Gómez Reguera
Brillo lunar, Anhelo, Resurrección, Los pilares de la Historia, El aguador vigía… He aquí solo algunos nombres de los doce trabajos, que integran la muestra "Un halito de Luz", con que la artista de la plástica Yudit Vidal Faife le canta a Trinidad, a su Trinidad querida, la Tercera Villa fundada en Cuba por el Adelantado Diego Velásquez en enero de 1514.
Y no me equivoco: aun cuando pueda rasgar las cuerdas de la guitarra y en alguna que otra ocasión entonar un tema tradicional o moderno, ella prefiere cantarle a esta joya arquitectónica de casi 497 años de existencia con sus pinceles, con los colores que alegran el alma, o bajo la sobriedad de los claroscuros.
El canto ha subido la cuesta del Centro Histórico trinitario y llegado desde este viernes a la Galería de Arte Universal (GAU) Benito Ortiz Borrell, de la Ciudad Museo del Caribe, donde amigos y admiradores le acompañaron en una tarde única e irrepetible, al abrirse las puertas de esta, su segunda exposición personal del año.
Un hálito de luz se titula la muestra que deviene homenaje a la legendaria Trinidad y por su conducto, a sus gentes, porque… ¿Qué sería una ciudad sin aquellos que la edificaron, la vivieron, y los que la miman y hermosean desde el presente?
No pocos han pasado a la eternidad, después de dejar sus huellas en la conservación y restauración del patrimonio edificado y de nuestra cultura intangible; otros tantos están ahí y nos honran día a día con su dedicación; todos motivan y perviven en las huellas de un pie descalzo, y la fantasía del farol en la única instalación de la muestra.
Los dibujos en técnica mixta, con predominio del carboncillo, la tinta, el acrílico y la acuarela, parecen esperar el cumpleaños de la ciudad y como sus tradiciones y leyendas, incorporan la magia de la ensoñación con solo traspasar las puertas de la galería sureña.
Y es que Trinidad es legendaria. Más allá de las fantásticas historias del Jinete sin cabeza, o de la hermosura de la princesa indígena Caucubú, está una villa que sigue su andar por la Historia, cada vez más bella. Por eso los pinceles de Yudit cantan a la maravilla de la restauración, a las añejas callejuelas, a las calles empedradas… Atentos: el sonido llega.
Brillo lunar, Anhelo, Resurrección, Los pilares de la Historia, El aguador vigía… He aquí solo algunos nombres de los doce trabajos, que integran la muestra "Un halito de Luz", con que la artista de la plástica Yudit Vidal Faife le canta a Trinidad, a su Trinidad querida, la Tercera Villa fundada en Cuba por el Adelantado Diego Velásquez en enero de 1514.
Y no me equivoco: aun cuando pueda rasgar las cuerdas de la guitarra y en alguna que otra ocasión entonar un tema tradicional o moderno, ella prefiere cantarle a esta joya arquitectónica de casi 497 años de existencia con sus pinceles, con los colores que alegran el alma, o bajo la sobriedad de los claroscuros.
El canto ha subido la cuesta del Centro Histórico trinitario y llegado desde este viernes a la Galería de Arte Universal (GAU) Benito Ortiz Borrell, de la Ciudad Museo del Caribe, donde amigos y admiradores le acompañaron en una tarde única e irrepetible, al abrirse las puertas de esta, su segunda exposición personal del año.
Un hálito de luz se titula la muestra que deviene homenaje a la legendaria Trinidad y por su conducto, a sus gentes, porque… ¿Qué sería una ciudad sin aquellos que la edificaron, la vivieron, y los que la miman y hermosean desde el presente?
No pocos han pasado a la eternidad, después de dejar sus huellas en la conservación y restauración del patrimonio edificado y de nuestra cultura intangible; otros tantos están ahí y nos honran día a día con su dedicación; todos motivan y perviven en las huellas de un pie descalzo, y la fantasía del farol en la única instalación de la muestra.
Los dibujos en técnica mixta, con predominio del carboncillo, la tinta, el acrílico y la acuarela, parecen esperar el cumpleaños de la ciudad y como sus tradiciones y leyendas, incorporan la magia de la ensoñación con solo traspasar las puertas de la galería sureña.
Y es que Trinidad es legendaria. Más allá de las fantásticas historias del Jinete sin cabeza, o de la hermosura de la princesa indígena Caucubú, está una villa que sigue su andar por la Historia, cada vez más bella. Por eso los pinceles de Yudit cantan a la maravilla de la restauración, a las añejas callejuelas, a las calles empedradas… Atentos: el sonido llega.